El 11 de marzo del 2006 estaba todo dispuesto para el cambio de mando presidencial. Ricardo Lagos entregaba la banda presidencial a Michelle Bachelet en un ritual bajo estrictas medidas de seguridad y solemne protocolo. Pero algo faltaba en el paisaje de las cercanías de La Moneda y los transeúntes y vecinos lo notaron. Sólo el “Rucio”, uno de los más de 30 perros del sector estaba ese día aguardando como muchos el proceso cívico. ¿Los demás? Ya no estaban ahí porque la Seremi de Salud, encabezada en ese momento por el doctor José Antonio Segura, realizó un operativo de captura y posterior eliminación de los canes.

Segura explicaba en la prensa que la medida se tomó porque “andaban muchas hembras en celo y como en una jauría existen perros más dominantes que otros, estaba el riesgo de que atacaran a la gente. Además, al ver invadido su entorno, se ponen más agresivos”.

Pero esta situación ya había sido denunciada anteriormente por quienes alimentaban a los perros del sector, particularmente el año 2004, cuando Chile fue sede del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) y había una imagen que proyectar ante los visitantes. Y es que el tema de los perros vagos es una de las características más notorias del país dado el alto número de animales que diariamente circulan por las calles. Esto resulta particular, incluso “folclórico” para los turistas de países en los que esto no es una realidad.

Uno de los orígenes de la presencia canina y de otras especies en las calles es el abandono y libertad de vagabundeo de los animales por parte de sus dueños, lo que podría denominarse como falta a la tenencia responsable de mascotas. Este término, según la profesora Alicia Valdés, Directora de la Red de Atención Veterinaria y del Departamento de Ciencias Clínicas de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias, corresponde a la serie de deberes que conlleva tener un animal doméstico u exótico, las que “atienden al concepto de bienestar animal”.

La tenencia responsable de mascotas implica administrarle la alimentación adecuada, garantizarle la salud preventiva y curativa que requiere el animal y brindarle un espacio adecuado para su estancia. Eso a nivel privado. Pero como agrega la profesora Valdés, implica también hacerse responsable de cualquier “tipo de deterioro del entorno, llámese ruido, olores, o posibilidad de que el animal agreda a alguien”.

Estos y otros puntos están contenidos en la iniciativa “Incondicionales. Plan nacional de tenencia responsable de mascotas” del ministerio del Interior y Seguridad Pública. Este propone ocho acciones para el cuidado animal: integración y cariño, lugar protegido y agua fresca, alimento adecuado y a sus horas, paseo en compañía y limpieza de desechos, esterilización, atención veterinaria, no abandono y adopción.

Otro aspecto legal que está vinculado a este tema son las ordenanzas municipales que cada comuna posee para manejar la tenencia responsable de mascotas, pero cada municipio dispone de diferentes márgenes.

Largo camino legislativo

Pese a que cada municipio cuenta con su propia ordenanza sobre el tema, sólo recientemente existe un cuerpo legal que aborda el tema a nivel nacional.

En mayo del año 2009 el senador Guido Girardi presentó el “Proyecto de ley sobre responsabilidad por daños ocasionados por animales potencialmente peligrosos”, enfocado principalmente a responsabilizar a los dueños de mascotas que pudieran agredir a personas y en generar una instancia de inscripción y registro de animales en cada municipalidad. La discusión se fue ampliando también al cuidado y deberes que poseen los dueños de animales domésticos para con ellos.

Tras una serie de trámites, entre los que se archivó la iniciativa, finalmente el 22 de julio de este año la Cámara de Diputados despachó el proyecto de ley, enfocado ahora a la “tenencia responsable de mascotas y animales”, pero aún quedan trámites para que se comience a aplicar la normativa.

El proyecto despachado contempla la creación de un registro nacional en base al sistema de micro chip subcutáneo a cargo del ministerio de Salud, entre otros aspectos vinculados a la tenencia responsable de mascotas, como la esterilización y el paseo vigilado de perros.

A nivel normativo la profesora Valdés advierte que hay un aspecto que no puede dejarse de lado. La eutanasia, según explica, debe ser considerada ya que en el universo de animales abandonados existen “jóvenes, adultos y viejos, enfermos y sanos y por lo tanto va a haber algunos que seguramente no va a haber cómo manejar y va a haber que eliminar”. Esto porque a pesar de que se creen albergues para mantener a los animales, estos viven, cuando son bien cuidados, en promedio 15 años. “Es imposible no incluirlo como parte del proceso”, señala, pero “debería existir obviamente en situaciones que estén supervisadas y visadas por médicos veterinarios, con ciertos protocolos de acción”.

Un problema cultural

Tanto la profesora Alicia Valdés como Catalina Moreno, Presidenta de la Agrupación Garras y Patas, consideran que uno de los aspectos del problema es la educación a la sociedad.

“No hay una solución única completa, es más bien la comunión de varios frentes que ataquen el problema: educación, esterilización y castración, incentivar la adopción, evitar el abandono y tener un registro”, señala la profesora Valdés.

“Un tema que ya está muy conversado a nivel de médicos veterinarios es que la castración o esterilización por sí sola no es suficiente. Aquí hay un tema de educación que es potente pero que significa un trabajo a largo plazo y eso es lo que dificulta un poco el tema porque las autoridades quieren resultados rápidos”, agrega.

Catalina Moreno destaca que para revertir completamente este escenario “sería necesario hacer una campaña educativa que comience por los niños chilenos. Educar en la tenencia responsable, en que los problemas los tienen que solucionar y para que los chilenos se den cuenta que la sobrepoblación de animales abandonados es un problema país”.

La idea de informar y educar, entre otros aspectos, está incluida en la ley N°20380 sobre protección de animales. Esta establece un título sobre educación para el respeto y protección de los animales, que plantea que “el proceso educativo, en sus niveles básico y medio, deberá inculcar el sentido de respeto y protección a los animales y seres vivientes y sensibles que forman parte de la naturaleza”. Los resultados de este tipo de acciones, como señalan Valdés y Moreno, son de larga espera.

Otro aspecto “educativo” del problema, como explica Catalina Moreno, corresponde a la educación de la mascota “para que ésta sea sociable con otros perros, para que se porte bien con los niños y en el hogar, porque esa es una de las razones por las que la gente se aburre y los abandona. Un animal no es un peluche, no es una planta; las personas tienen que darse tiempo para educarlo”.

La representante de la agrupación Garras y Patas, que anualmente entrega en adopción un promedio de 200 animales y ayuda a 100 más, piensa que “de a poco hemos ido tomando más conciencia del tema de la sobrepoblación de animales abandonados. Cada día hay más organizaciones y personas dispuestas a rescatar, a adoptar, pero igual vamos lento. Mucha gente prefiere aún comprar un perro y sigue habiendo mucha gente que los abandona”.